domingo, 2 de noviembre de 2014

#CrónicaDeCamionetica!


Todo pasó un viernes 25 de julio, cuando yo, o sea esta señorita aquí presente había despedido a su mejor amigo en una parada cercana al centro comercial, ya que venían de un gran almuerzo de despedida por ser ese, su último día de clases que tuvieron en la universidad, cuando entonces decido yo montarme en mi camionetica de pasajeros para poder irme al centro a hacer esas diligencias que solo las mujeres hacen a eso de las dos de la tarde un viernes, la cual todas conocemos como Viernes de Tacones. Y en víspera de que tenía que llegar urgente al banco antes de que me lo cerraran, ha dado la casualidad que cuando me monto, me siento de primera (como siempre), ya que con estos autobuses de hoy en día si te sientas al final no sabes si se llega a incendiar, aguantar al charlero o sino el típico robo a mano armada que se presenta y luego no saber huir del antisocial porque, precisamente estás sentado al lado de la ventana. En fin, nadie y absolutamente nadie podría ver si alguien me llega a robar, meter mano o algún degenerado acariciar mi cabello si me siento de primera.
Da la casualidad que me he sentado donde mismo al lado de una señora, sí, de esas mujeres que a pesar de su avanzada de edad y perteneciente al grupo de la tercera edad, tiene ese físico de Tania Sarabia; con su boca pintada de rojo y esos sedosos cabellos pintados de rubio con el único fin de disimular las canas.
Junto a ella y entre sus piernas, sus fieles amigas y acompañantes las famosísimas Harina PAN, envueltas en bolsas de color blanco y el respectivo logo del mercado donde queda a la vista de todos, el lugar donde las compró.
Como siempre haciéndose amiga de esa extraña mujer casi de su misma edad, que se encontraba en el otro extremo de los asientos hacia la izquierda, y asustada porque nada más y nada menos se ha montado en una camionetica que lleva casi que toda la mañana ¡sin frenos! y el conductor, haciendo todo lo posible para que la gente no se baje o que cada quien que se suba no se dé cuenta que el autobús va sin frenos sino hasta que ya estén montados, como obviamente me pasó a mí. Yo apuradísima por tener que hacer mi diligencia, pero aún así muerta de la risa porque vamos en ese trayecto de la avenida con la I'que frenadera que intenta hacer el chófer y enviándole mensajes a mi mejor amigo contándole que la mujer que llevo al lado mío anda asustadísima, diciendo que a pesar de su cortad edad y juventud no quiere ser famosa después de muerta cuando lleven su caso a 1000 maneras de morir y lo titulen: "Muere señora a causa de un autobús sin frenos" y aún así escuchando también un grupo de estudiantes grande que se han montado y comienzan a cantar "Dale chófer que ya vamos a llegar, sigue sin frenos que vamos aguantar…"
Cuando de repente, el chófer hace de nuevo su parada y la señora que está a mi lado toda traumática se baja de la camioneta y empieza a decir "¡No señor déjeme aquí, yo no pretendo morir a causa de frenos!"
Mientras que el grupo de estudiantes sigue haciendo el coro: "Dale chófer que ya vamos a llegar, sigue sin frenos que vamos aguantar…"
Aún así con lo que queda ahí, dentro del autobús, el resto de gente arriesgada y emocionada porque nunca en su vida habían experimentado estar con ese movimiento de cuerpo cesante por cada frenazo que mini podía hacer el chófer y esa velocidad de 10 que nos tenía vueltos loco, con esa cantadera del grupo de estudiantes y el señor calor que estaba haciendo a esa hora.
Logré llegar luego de ese alboroto, exactamente en la parada del Centro en la que también se bajó el Guaco barinés, y yo, pues, toda sonriente, sana y salva y pensando que el montarme en ese autobús sin frenos fue todo un riesgo que hoy día valen las risas que contar, y pensado aún en la señora protagonista de esta crónica já.
A pesar de todo, llegando a tiempo al banco, pero sin embargo apenas bajando del autobús, siendo yo la que comienza a frenar porque me doy cuenta que a mi zapato del pie izquierdo, se le ha despegado la suela y soy la que comienza a caminar haciendo frenos.



Crónica participante para el concurso de «Crónica de Camionetica», auspiciado por la emisora del Circuito Onda con sede en Caracas.
Escrito por: Lina Caicedo Pino. Estudiante de IV Semestre de Comunicación Social en Universidad Santa María, núcleo Barinas.
Contacto: +584121503572
Facebook: https://www.facebook.com/CaicedoLina
Twitter: https://twitter.com/Lina_Cp




Always smiling! 

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